Reto: Interrupciones

¿Qué es la vida social sino la resolución de los problemas sociales, comportándose correctamente y persiguiendo objetivos aceptables para todos? (Montessori, 1988, p. 225)

Una de las experiencias más difíciles para los profesores Montessori es que un alumno te interrumpa mientras das una clase o mantienes una conversación con otro niño. Las interrupciones son habituales en las aulas Montessori. Como los niños trabajan de forma independiente y pasamos gran parte del ciclo de trabajo con niños individuales o en pequeños grupos, el entorno es propicio para una “pregunta rápida” o una “EMERGENCIA” (normalmente algo que podría haber esperado hasta que hubieras terminado). Reducir las interrupciones es fundamental en un entorno Montessori. Para convertirnos en el “vínculo dinámico” entre los niños y el entorno, como nos imploraba la Dra. Montessori, necesitamos tener libertad para implicar a los niños en el trabajo del aula. La normalización no se produce sin conexión con un trabajo significativo.

Una mañana estaba dando una clase a Cristina, de cinco años, cuando Robby apareció en mi visión periférica. Sabía lo que vendría a continuación. En los próximos segundos me pondría una mano en el hombro. Una vez que la mano estuviera en su sitio, se haría cada vez más pesada mientras Robby esperaba a que volviera mi atención hacia él. Al final tendría que interrumpir mi lección con Cristina para atender a Robby. Después de responder a Robby, con suerte Cristina seguiría allí y podría reanudar su concentración.

Robby era un niño amable e increíblemente respetuoso, pero aún estaba desarrollando su independencia. Había enseñado a los niños a interrumpirme poniéndome la mano en el hombro si necesitaban ayuda. Me lo habían enseñado otros profesores, y yo lo había puesto en práctica como algo natural. Robby y los demás niños habían interiorizado el método de la mano en el hombro para interrumpir. Aunque sin duda era una forma de interrumpir menos perjudicial que la de un niño que reclamara mi atención verbalmente, seguía pareciéndome perjudicial para mí y para cualquier alumno con el que ya estuviera hablando (tampoco me gustaba que una mano me pesara sobre el hombro).

Desde entonces he hablado con muchos profesores que han tenido este dilema. Había enseñado a mis alumnos a interrumpir respetuosamente, ¡pero el número de interrupciones seguía siendo perturbador! Profundicemos en cómo enseñar habilidades para interrumpir respetuosamente y reducir el número de interrupciones.

Observación – Antes de pasar a las soluciones, veamos algunas preguntas a tener en cuenta durante la observación. Las respuestas a estas preguntas pueden ayudar a orientar nuestras soluciones.

  1. Entorno: ¿Cómo puede estar el entorno fomentando las interrupciones (demasiado espacio abierto, desorden, trabajo rancio en las estanterías, etc.)?
  2. Entorno: ¿En qué situaciones es más frecuente la interrupción (círculo, transiciones particulares, clases, conversaciones, adultos conversando, etc.)?
  3. Los adultos: ¿Qué pueden estar haciendo los adultos para provocar el mal comportamiento (permitir interrupciones, incumplimiento incoherente de las normas básicas, interrumpir a los niños cuando están trabajando)?
  4. Los alumnos: ¿Qué habilidades les faltan a los niños para tener éxito?

Preparar el entorno

He aquí algunas ideas que debes tener en cuenta al preparar el entorno (rutinas, expectativas y procedimientos) para minimizar las molestias derivadas de las interrupciones:

  1. Crea etiquetas de ayuda. Cuando un niño tenga una pregunta o necesite ayuda en una situación, sólo tiene que entregar su etiqueta al adulto. Cuando el adulto haya terminado su lección, conversación, tarea, etc., buscará al niño para ayudarle.
  2. Utiliza la Rueda de la Elección. Se trata de una lista de ideas o soluciones a dificultades habituales en clase (material vacío, conflicto con otro alumno, etc.) colocadas en un gráfico circular. Cuando un niño se encuentre con una dificultad, puede utilizar la Rueda de la Elección para ayudarle a encontrar una solución a su problema. Véase el Capítulo 11 de Disciplina Positiva en el Aula Montessori.
  3. Ajusta las rutinas y los procedimientos para favorecer la independencia. Quizá sea simplemente dar más tiempo para una transición, o hacer que los niños mayores se ofrezcan voluntarios para ayudar a los alumnos más pequeños.
  4. Si los niños interrumpen mucho para pedir ayuda mientras das las clases, considera la práctica de “uno arriba, uno abajo”. Consiste en que un adulto observe y esté totalmente presente para toda la clase cuando el otro profesor está dando una clase, dejando así al que da la clase libre para trabajar sin interrupciones.
  5. Establece una rutina proactiva de control de los alumnos que aún no son independientes, antes de las clases, las transiciones u otros momentos en los que puedan necesitar apoyo. Esto también puede aplicarse a grupos de alumnos. Por ejemplo, si un grupo de alumnos está trabajando por primera vez en una actividad de seguimiento de varios pasos, compruébalo con ellos antes de tener una conversación privada o de dar una clase a un alumno.

Dedica tiempo a la enseñanza

Considera la posibilidad de enseñar las siguientes Habilidades de Gracia y Cortesía:

  1. Identificar un buen momento para interrumpir a un profesor o a un amigo. Asegúrate de ser lo más concreto posible con los niños pequeños. Están desarrollando su conciencia social y no siempre pueden leer las sutiles señales sociales. Dales ejemplos concretos de cómo saber que es un buen momento para hacer una pregunta.
  2. Identificar un mal momento para interrumpir a un profesor o a un amigo. De nuevo, sé lo más específico posible con los niños más pequeños.
  3. Identificar a quién pedir ayuda si no es un buen momento para interrumpir. Tal vez sea un niño mayor u otro profesor.
  4. Cuándo interrumpir, aunque no sea un buen momento (seguridad, etc.).
  5. Cómo interrumpir educadamente. Decide cómo quieres enseñar a los niños a interrumpir. Una mano en el hombro es una forma. ¿De qué otra forma interrumpen los adultos (escribiendo una nota, haciendo una señal no verbal, quedándose en silencio, pidiendo que te busquen cuando estén listos, etc.)?

Seguimiento amable y firme

Después de que los niños hayan aprendido las Habilidades de Gracia y Cortesía adecuadas, y hayan tenido tiempo de practicarlas, es hora de seguir adelante. Recuerda que los errores son una oportunidad para aprender. Esto no significa que las respuestas de los adultos sean permisivas. Un seguimiento amable y firme significa que los adultos mantienen unas expectativas claras al tiempo que aportan un espíritu de calidez y apoyo cuando llega el momento de mantener los límites previamente establecidos.

  1. Señales no verbales – Para los alumnos que sean más propensos a las interrupciones, crea señales no verbales especiales para indicárselo:
    • Emergencia
    • Necesito tu ayuda.
    • Iré a buscarte en cuanto termine.
    • Hablemos en privado.
  2. Preguntas de curiosidad – En lugar de dar directrices, como “Ve a preguntar a la Sra. Smith” o “Por favor, busca algún trabajo hasta que termine”, considera la posibilidad de hacer preguntas incitadoras que inviten a los niños a basarse en lo que saben. Por ejemplo: “¿De qué formas puedes conseguir ayuda cuando estoy en una clase?”, o “¿Dónde puedes encontrar algunas ideas para resolver ese problema?”, o “¿Cómo puedes hacerme saber que necesitas ayuda cuando estoy en una clase?”.
  3. Actúa, no hables – Si tienes un acuerdo con un niño en torno a las interrupciones, y el niño interrumpe, pregúntale: “¿Cuál era nuestro acuerdo?”. Luego, deja de hablar pero sigue apoyándole.
  4. Presente, cálido y silencioso – Tanto si estableces una señal no verbal privada con antelación, como si indicas verbalmente al alumno que interrumpe, mantente presente, cálido y silencioso (PWS) después de la indicación. Ofrece una sonrisa cálida y cómplice que comunique: “Sé que lo sabes y tú sabes que lo sé. Confío en que lo cumplirás”.
  5. Aliento – Céntrate en el progreso, no en la perfección. Tómate tiempo para darte cuenta de cuándo los niños hacen progresos con esta habilidad social. Si observas que un niño se acerca a ti cuando estás hablando con otra persona, y luego va a buscar su etiqueta de ayuda, asegúrate de darle ánimos cuando hables con él después de vuestra conversación. “Parecía que tenías muchas ganas de hablar conmigo cuando estaba hablando con Monique, y luego te paraste y cogiste tu etiqueta con tu nombre para dármela. Gracias. Eso me ayudó mucho a prestar atención a Monique, y ahora puedo prestarte atención a ti. ¿En qué puedo ayudarte?”
  6. Reuniones de clase – Los niños se convierten en líderes con la práctica, no por ósmosis. Las reuniones de clase son un lugar increíblemente eficaz para enseñar las Habilidades de Gracia y Cortesía (primera hora), practicarlas (segunda hora) y aplicar su comprensión mediante la resolución de problemas cuando surgen desafíos (tercera hora). Cuando los niños participan en el seguimiento mediante la resolución de problemas, aprenden a ayudar a sus amigos fuera de la reunión de clase. ¡Eso es liderazgo!

El final de la historia: Robby empezó a mostrar más independencia a lo largo del año cuanto más trabajé con él de forma proactiva. Como la mayoría de los niños, Robby necesitaba saber qué hacer más que saber qué no hacer.

Hasta la próxima…

Referencias

Montessori, M. (1988.) La Mente Absorbente. Clio Press.

Si te ha resultado útil, compártelo utilizando los botones de abajo.

Sobre el autor

Picture of Chip DeLorenzo

Chip DeLorenzo

Chip DeLorenzo, educador Montessori experimentado que ha desempeñado diversas funciones durante más de 25 años, es formador, consultor y coautor de Positive Discipline in the Montessori Classroom (Disciplina positiva en el aula Montessori). Trabaja con profesores, padres y escuelas de todo el mundo para ayudarles a crear entornos Montessori que promuevan el respeto mutuo, la cooperación y la responsabilidad.

Subscribe
SUBSCRIBE NOW

Join Our Newsletter

Monthly Newsletter and Information on Upcoming Events
close-link
Ir arriba