
Aprender a comunicarse con los demás es un proceso que dura toda la vida. Las dificultades de comunicación confunden a los adultos y conducen a la incomprensión, el resentimiento, el conflicto y el desánimo. Pero esto no tiene por qué ser así. Los alumnos de una clase Montessori reciben el regalo que muchos de los que enseñamos Montessori no recibimos: un entorno en el que pueden tener lugar la comunicación abierta, la comprensión y la resolución real de problemas. Al enseñar a nuestros alumnos a comunicarse respetuosa y eficazmente, les damos la oportunidad de construir relaciones sanas y sólidas y de desarrollar habilidades sociales para toda la vida que les servirán de apoyo en todos los ámbitos de su vida. ¡Es un trabajo importante!
La mayoría de las aulas Montessori enseñan a los niños a resolver los conflictos entre ellos. Se trata de un elemento fundamental de la clase, ya que los niños necesitan desarrollar su independencia social a medida que desarrollan su independencia general en el aula. Sin embargo, antes de que los alumnos aprendan a resolver conflictos y problemas dentro de la comunidad del aula, es imprescindible que aprendan a comunicarse de un modo que fomente la comprensión y la resolución de problemas. Veamos los tres componentes del desarrollo de habilidades comunicativas respetuosas y eficaces: hablar, escuchar y comunicación no verbal.
I Lengua (de los 5 a la adolescencia)
Todo el mundo quiere que le escuchen. Pero, con demasiada frecuencia, los alumnos hablan entre sí de forma que incitan al oyente a desconectar o a callarse. Esto crea más conflictos cuando se necesita resolver problemas. Éstas son algunas de las formas de comunicarse de los alumnos que crean barreras para una comunicación abierta y eficaz:
- Echar la culpa a
- Criticando
- Argumentando
- Búsqueda de fallos
- Conferenciante
- Regañina
- Desestimando
- Bromas
- Dirigiendo
- Cambiar de tema
- Asesoramiento
- Exagerando
- Negar
Si has facilitado la resolución de conflictos con alumnos, sabes lo rápido que puede romperse el proceso cuando los alumnos empiezan a comunicarse de estas formas. Los niños se van dolidos y frustrados, y el profesor también se desanima.
Utilizar el Lenguaje Yo proporciona a los niños las herramientas que necesitan para expresarse de un modo que tenga más probabilidades de ser escuchado y recibido por el oyente. Éste es el modelo de Lenguaje Yo que utilizamos en Disciplina Positiva (niños a partir de 5 años):
“Me siento_______________, cuando ________________, y deseo ______________”.
Conocí por primera vez el concepto de utilizar frases con “yo” cuando era profesora novata en una clase de Primaria. Enseñaba a los niños a decir: “Me siento____________ porque ____________”, cuando resolvían un problema con otro alumno, en lugar de limitarse a culpar o a decir “tú”, como: “Me has llamado cobarde y eso no me gusta”. Fue un buen comienzo, porque consiguió que los niños empezaran a centrarse en cómo se sentían, en lugar de limitarse a culpar al otro niño implicado.
Sin embargo, lo que descubrí fue que las afirmaciones “me siento” no estaban abriendo realmente la comunicación tanto como yo esperaba. Seguía habiendo un elemento de culpa y actitud defensiva que impregnaba las conversaciones cuando los niños resolvían los conflictos. Así sonaba una conversación típica:
Amari:“Me siento triste porque te burlaste de mí por lo del poema”.
Kayleigh:“Bueno, me siento triste porque siempre trabajas con Abby y siempre me dejas fuera”.
Amari: “Si no te burlaras siempre de la gente, quizá trabajarían contigo…”.
Ya me entiendes. Por supuesto, yo tenía que estar presente y facilitar esa conversación para que no degenerara en más sentimientos heridos y lágrimas. Y, muchas veces, el mero hecho de superar el proceso de resolución del conflicto sin que el problema se agravara era la victoria.
Cuando empecé a utilizar el formato anterior (siento______, cuando _______, deseo ______), empecé a ver una verdadera transformación en las conversaciones entre los alumnos cuando intentaban resolver un conflicto. Las conversaciones se estaban volviendo bipartitas, y los alumnos se estaban volviendo más independientes, necesitando menos apoyo y facilitación por parte de los adultos. La última parte de la Lengua I era la clave. Cuando la interlocutora pedía lo que quería al final de las afirmaciones del Lenguaje Yo, el interlocutor se hacía cargo del problema. Pedía lo que querían, y eso daba al receptor la confianza y la dignidad para elegir si resolvía el problema de esa manera u ofrecía otra idea. Cuando el orador se limitaba a utilizar una afirmación del tipo “yo siento”, daba a entender que el receptor era responsable de los sentimientos del orador y, para colmo, no le daba ninguna forma de ayudar o resolver el problema. Era como si el hablante dijera: “Me siento triste porque te has burlado de mí delante de la clase. Es culpa tuya, ahora averigua cómo solucionarlo”. Esto arrinconaba a la receptora, que sólo tenía dos salidas: sentirse mal o defenderse. Esta última opción era la más popular.
Tómate un momento y ponte en el mundo de un niño o un adolescente. Imagina por un momento que tu amigo acaba de dirigirse a ti y te pide que resuelvas un conflicto con él. Piensa cómo te sentirías y qué decisiones tomarías cuando tu amigo te comunicara su problema de cada una de las siguientes maneras:
Amiga: “Me sentí enfadado y avergonzado cuando me gritaste delante de todos los demás niños cuando estábamos esperando en la cola”.
Amiga: “Me sentí enfadada y avergonzada cuando me gritaste delante de todos los demás niños cuando estábamos esperando en la cola. Me gustaría que hablaras conmigo en privado si estás enfadado”.
¿Cómo podrías sentirte al recibir cada una de estas afirmaciones de tu amigo? ¿Qué decisiones podrías tomar en respuesta a cada una de esas afirmaciones?
Otra ventaja de utilizar el Lenguaje Yo es que da a los alumnos la capacidad de resolver conflictos menores de forma más natural en sus interacciones cotidianas. Cuando el Lenguaje Yo se convierte en una parte operativa del conjunto de habilidades comunicativas de los alumnos, pueden utilizarlo de forma más orgánica, y simplemente hablar con alguien brevemente, en lugar de tener que utilizar el proceso/área formal de resolución de conflictos. Esto ayuda a mantener el proceso/área de resolución de conflictos como un lugar o proceso especial para resolver problemas que necesitan más apoyo o estructura (¡y permite al profesor recibir algunas lecciones!).

Bichos y deseos (de 2,5 a 5 años)
Identificar sentimientos requiere cierto procesamiento abstracto y autoconciencia que los niños más pequeños de una clase de la Casa de los Niños no habrán desarrollado. No pasa nada, aún pueden empezar a aprender habilidades de comunicación respetuosa, pedir lo que quieren y empezar a resolver conflictos. El objetivo directo de la resolución de conflictos en el aula de la Casa de los Niños es aprender a ser asertivos, con respeto, y a establecer límites claros y apropiados. En lugar de utilizar el lenguaje de los sentimientos, los niños pequeños pueden usar simplemente las palabras “Me molesta” u otra frase sencilla que comunique que el niño está enfadado o triste.
“Me molesta cuando te comes toda la merienda. Me gustaría que dejaras algo para otra persona”.
“No me gusta que me llames fea. Me gustaría que dejaras de hacerlo”.
“Me dolió cuando me empujaste en el tobogán. Me gustaría que mantuvieras las manos en tu propio cuerpo”.
Hasta la próxima…