Desafío

Dejar que el niño haga lo que quiera cuando aún no ha desarrollado ningún poder de control es traicionar la idea de libertad.  (Montessori, 1995)


El desafío puede ser uno de los comportamientos más enloquecedores que encontramos en el aula. El desafío, la oposición o las luchas de poder pueden adoptar muchas formas. Un niño puede negarse a seguir las indicaciones de un profesor ignorando o negándose directamente a cumplir las instrucciones. Podría oponer resistencia verbal discutiendo, negándose o utilizando el sarcasmo. El niño puede tener un comportamiento perturbador distrayendo a otros niños, interrumpiendo las clases o haciendo ruidos fuertes. Por el contrario, el niño puede mostrar un comportamiento pasivo fingiendo que no te oye, diciendo “Sí” pero haciendo “No”, trabajando deliberadamente despacio o negándose a moverse.

Los adultos a menudo se sienten atrapados cuando un niño es desafiante. “Es una situación sin salida. Si no sigo y mantengo la línea, el niño verá que su actitud desafiante funciona y su comportamiento puede empeorar. Ellos ganan; yo pierdo. Además, cuando digo que no o intento mantener la línea, el comportamiento se intensifica y asusta a los demás niños”. Una historia real.

La pauta de los adultos cuando hay rebeldía suele consistir en oscilar entre ser demasiado amables (permisivos) en un intento de evitar la inevitable lucha de poder, o demasiado estrictos (autoritarios) cuando el adulto ya no puede tolerar la falta de respeto. Ambos enfoques conducirán a un mayor mal comportamiento.

El desafío también puede tener un efecto dominó en la comunidad del aula. Los niños del entorno se sobresaltan ante este comportamiento agresivo y a menudo se sienten inseguros o inseguras. “¿Quién manda?” Esta inseguridad puede provocar un aumento del mal comportamiento en los demás niños. Los malos comportamientos que se extienden pueden ser más agresivos, y algunos niños pueden incluso replicar el desafío (sobre todo en alumnos mayores de primaria y adolescentes). Los niños también pueden responder de forma pasiva, por ejemplo mostrando exceso de conformidad, timidez y retraimiento. Ambas son formas de mal comportamiento.

La clave para abordar el desafío es una respuesta proactiva. Desarrollar relaciones de confianza con los alumnos que se portan mal por rebeldía es un primer paso fundamental. Recuerda que un niño que se porta mal es un niño desanimado (Dreikurs, 1990); desanimado en sus intentos de encontrar pertenencia y significado. Los comportamientos de oposición interfieren en las relaciones, y el niño puede encontrarse aislado de sus compañeros y de los adultos. La conexión antes de la corrección, cuando el niño no se está portando mal, será muy valiosa, aunque puede resultar difícil al principio.

Asegúrate de enseñar las habilidades sociales atrasadas y de implicar al alumno en la planificación de situaciones problemáticas. La cooperación es mucho más probable cuando llega el momento de seguir adelante si los adultos dedican tiempo a enseñar las habilidades necesarias y si el alumno ha participado en la planificación como un igual. Abordar el desafío con eficacia suele ser un proceso, así que recuerda que el objetivo es el progreso, no la perfección. Busca oportunidades para dar ánimos cuando observes progresos en el desarrollo de habilidades socioemocionales.

[Nota: El Trastorno Negativista Desafiante suele coexistir con otro diagnóstico. El tratamiento del TOD incluye tratar el diagnóstico subyacente. Los enfoques sugeridos en este artículo pueden ser útiles para tratar eficazmente el TOD si se combinan con el apoyo y la adaptación a los diagnósticos coexistentes. (Doerfler, 2022)]

 Preparar el entorno y al profesor

  1. Identifica los antecedentes: Transiciones, actividades concretas, lecciones, ciclo de trabajo… Los antecedentes no son causas, sino condiciones que “desencadenan” el mal comportamiento. Trabaja con tu equipo docente para hacer ajustes razonables en las rutinas y procedimientos para promover la coherencia y el apoyo y el éxito del alumno que se comporta mal. 
  2. Utiliza la Reunión de Clase: Establece límites y resuelve problemas en comunidad. Las Reuniones de Clase desarrollan un entorno socioemocional que fomenta las relaciones horizontales entre alumnos y profesores. Las Reuniones de Clase generan confianza de forma natural y reducen las luchas de poder dentro de la comunidad. Establecer este “tono” ayudará al alumno que muestre un comportamiento de oposición a experimentar a los adultos como aliados y no como oponentes.
  3. Mantén alta la comunicación entre adultos: Desarrolla planes con otros profesores y con el alumno siempre que sea posible. Identificad juntos los objetivos específicos erróneos, las habilidades sociales atrasadas y los planes de seguimiento.   Compruébalo con frecuencia para compartir los progresos. 
  4. Mantener un seguimiento coherente entre los adultos: El seguimiento coherente, amable y firme es un componente clave para desarrollar una sensación de previsibilidad y seguridad en todos los alumnos. Los niños que muestran un comportamiento desafiante suelen recibir respuestas incoherentes de los adultos (amables o firmes frente a amables y firmes). Esto acentúa el mal comportamiento.   Un seguimiento coherente, amable y firme (sobre todo si se ha acordado con el alumno) genera previsibilidad, confianza y aumenta la probabilidad de cooperación.

Gracia y cortesía

Observa si hay habilidades sociales rezagadas. Una vez identificadas, dedica tiempo a enseñar y practicar estas habilidades individualmente. Éstas son algunas habilidades importantes que hay que enseñar a los niños que muestran un comportamiento desafiante u oposicionista:

  1. Identificar lo que quiere: Antes de que un niño pueda pedir lo que quiere de una situación, tiene que saber qué es lo que quiere. Identifica las situaciones difíciles (otro niño está utilizando un material deseado, transiciones, etc.) y ayuda al niño a identificar lo que quiere en esas situaciones.
  2. Pedir lo que quieres: Enseña y practica pedir lo que quieren, de forma respetuosa, directa y amable.
  3. Recibir un “No”: ¿Qué puedes hacer cuando alguien te dice que no? ¿Qué puedes decir?   Identifica respuestas constructivas (alejarse, pedir a la otra persona una alternativa, etc.) y enséñalas y practícalas. 
  4. Cómo llegar a un acuerdo: Enseña un lenguaje específico para llegar a un acuerdo. “Si hago esto, ¿puedes hacer aquello?” o “¿Estarías dispuesto a ________ ?”. 
  5. Pedir ayuda: A veces los niños se vuelven desafiantes porque
  6. Pedir disculpas y enmendarse: Utiliza las Tres R de la Recuperación (página 211 del PDMC) como modelo para enseñar al niño a enmendarse y disculparse eficazmente.
  7. Enfriamiento: Enseña al alumno varios métodos para enfriarse y autorregularse. Respiración en caja, Tiempo Fuera Positivo (página 164 del PDMC), o salir del aula para ir a un espacio previamente designado y supervisado, etc.

Respuestas 

  1. Prioriza la conexión y el estímulo: El comportamiento desafiante invita fácilmente a los adultos a sentirse resentidos y desanimados. Pero un niño desafiante es un niño desanimado. Busca oportunidades y planifica la Conexión incondicional antes que la Corrección. Construir una relación sólida fuera del conflicto será importante para desarrollar la cooperación.    Asegúrate de evitar la conexión condicional: ser amable con la esperanza de que el niño se vuelva cooperativo.  Da ánimos específicos cuando observes progresos en el desarrollo de habilidades sociales rezagadas y en el desarrollo de la cooperación.
  2. Cuatro pasos para el seguimiento: (página 133 del PDMC ) Ésta es una de las herramientas más eficaces para fijar y mantener límites con un niño y para establecer el seguimiento y la cooperación. Tanto el alumno como el profesor o profesores comparten abiertamente lo que les ocurre en relación con un problema concreto. Luego trabajan juntos para encontrar una solución que funcione para todos los implicados.   Es probable que el niño rompa el acuerdo en algún momento, y entonces el adulto puede seguir con una simple afirmación: “Teníamos un acuerdo”.   
  3. Evita las directivas: Las directivas invitan al “no”. En su lugar, haz preguntas como: “¿Cuál es tu siguiente paso?” o “¿Qué necesitas para estar listo para nuestra lección?” o “¿Dónde puedes poner ese trabajo para que lo encuentre la siguiente persona?”.  
  4. Aléjate de las luchas de poder: Retírate de las luchas de poder o de las discusiones. Puedes decir: “Siento que ahora estamos discutiendo. Resolvámoslo juntos cuando ambos nos sintamos mejor”.
  5. Deja que las rutinas sean el jefe: Cuando las rutinas son el jefe, tú no tienes que serlo. Las rutinas coherentes capacitan a los alumnos para tomar sus propias decisiones dentro de unos límites preestablecidos.  
  6. Decide lo que vas a hacer: Si identificas un antecedente o una situación en la que el alumno tiende a mostrar un mal comportamiento de forma sistemática, no decidas qué harás que haga el alumno, decide qué harás tú en su lugar.  Asegúrate de informarles con antelación.  Por ejemplo, si un alumno se niega sistemáticamente a ponerse la chaqueta para salir, podrías decirle: «Me he dado cuenta de que cuando te pido que te pongas la chaqueta para salir, te niegas.  En el futuro, si te niegas, simplemente me llevaré a los otros niños fuera.  Cuando estés listo para ponerte la chaqueta, por favor, díselo a Paula y ella te acompañará fuera». Cuando el niño se niegue en el futuro, no digas nada y simplemente lleva a los demás niños fuera.

Objetivos equivocados

La rebeldía puede ser un comportamiento increíblemente difícil de abordar.  Las respuestas demasiado amables o firmes tienden a invitar a un mayor mal comportamiento con poco margen de error.  Por ello, es vital que los adultos aborden la motivación y la creencia que hay detrás del mal comportamiento que el niño está utilizando para encontrar la pertenencia y la significación que busca.  Recuerda, el mal comportamiento es un intento torpe e ineficaz de encontrar pertenencia y significado, basado en una creencia errónea sobre cómo hacerlo. 

  • Deshacer la atención (Fíjate en mí, involúcrame útilmente): Los niños con falta de atención muestran un comportamiento desafiante para llamar la atención y mantener a los demás ocupados con ellos. Dedica tiempo a fijarte en el niño cuando no se comporte mal. Anímale reconociendo sus contribuciones y su cooperación siempre que sea posible. Estableced juntos señales no verbales. Deja de hablar y aléjate de las discusiones (hazles saber que harás esto con antelación y que siempre volverás para resolver el problema con ellos más tarde). Utiliza la distracción o la redirección con los niños más pequeños. Pide un favor/ayuda.
  • Poder equivocado (Déjame ayudar, dame opciones): Los niños con el objetivo erróneo del poder equivocado muestran desafío para establecer su control y poder personal, y para hacértelo saber a ti también. Invita al alumno a participar en el proceso de resolución de problemas utilizando los Cuatro Pasos para el Seguimiento. Evita dar directrices. Actúa, no hables (ejemplo: retira el objeto en disputa de la escena). Pídele ideas que te ayuden a resolver el problema. Sal de la lucha de poder. “Creo que estamos en una lucha de poder. Hablemos de esto cuando ambos nos sintamos mejor”. Si lo dices, hazlo.  
  • Venganza (Me duele, valida mis sentimientos): Los niños con la venganza como objetivo erróneo actúan desafiantemente para herir a los demás de la forma en que ellos se sienten heridos. Pueden parecer insensibles e insensibles, pero en realidad los niños cuyo objetivo erróneo es la venganza suelen ser muy sensibles y se hieren con facilidad. Dale tiempo al niño para que se calme. Procesa las interacciones desafiantes utilizando la Escucha Reflexiva (página ____en Disciplina positiva en el aula Montessori. Si has participado en la discusión, haz las paces. Permite las Consecuencias Naturales. Haced un plan juntos para la próxima vez.
  • Inadecuación asumida (No te rindas conmigo, muéstrame un pequeño paso): Los niños con una supuesta inadecuación como objetivo erróneo se vuelven desafiantes como forma de darse por vencidos. Se trata de una renuncia activa, pero renuncia al fin y al cabo. En el caso de niños pequeños y de Primaria, observa para identificar en qué punto se desanima el niño. Para niños de Primaria y Adolescentes, discute el problema para identificar las áreas de desánimo. Divide la tarea en partes manejables. Fomenta el progreso y el éxito con cada parte. Evita rebajar las expectativas. En lugar de eso, dedica tiempo a enseñarles cómo cumplir las expectativas.

La historia de Lila

Lila era una niña de cuatro años nueva en Montessori. Jackie, la profesora de Lila, me llamó al aula el segundo día de clase para que la ayudara a controlar a Lila. Esa mañana, cuando la madre de Lila se marchó después de dejarla en casa, Lila empezó a gritar y a negarse a quitarse los zapatos o a guardar la mochila. Se negaba a hacer nada. El ruido era ensordecedor, y los demás niños, muchos de los cuales eran nuevos, estaban visiblemente asustados. Acompañé a Lila a la biblioteca del colegio, con la esperanza de que un rato de tranquilidad con un libro la ayudara a calmarse. Me equivoqué. Intensificó su actitud desafiante e intentó correr hacia la puerta que daba al exterior. Estaba fuera de control, y tuve que sujetarla para evitar que escapara al aparcamiento. Después de unos 30 minutos y unos cuantos libros, Lila dijo que estaba lista para volver a su clase, y fuimos juntas.

Este guión se desarrolló durante el resto de la semana. Empecé a entrar en clase y en el patio para establecer conexiones positivas con Lila y generar confianza. El viernes de esa semana, antes de que Lila se fuera, Jackie y yo hablamos juntas con ella. Jackie le dijo: “Lila, me siento triste cuando gritas en clase por la mañana. Me preocupa que puedas hacerte daño. Parece que tú también estás triste”.

Lila dijo: “Sí, estoy triste. Quiero estar con mi madre”.

Jackie respondió: “Tiene sentido. Puede ser muy duro dejar a tu madre y venir a un sitio nuevo. Me pregunto si podemos encontrar juntos una manera de que las cosas te resulten más fáciles por la mañana. ¿Qué te parece?”

“Supongo que sí”, dijo Lila. Juntas barajamos algunas ideas y decidimos que yo esperaría con Lila en la escalera de la clase después de dejarla para que pudiera despedirse de su madre. Luego la acompañaría al aula. Informamos a su madre de nuestro plan, y ella accedió a repasarlo de camino al colegio el lunes.

El lunes, las cosas empezaron a cambiar. Al invitar a Lila a participar en el proceso de resolución de problemas, se volvió más cooperativa durante la salida y entraba en clase tranquilamente. Ella se sentía mejor, yo me sentía mejor, los profesores se sentían mejor y los niños de la clase se sentían mejor. Las pocas mañanas en que quería perseguir a su madre por la calle, simplemente le preguntaba: “¿Cuál era nuestro acuerdo?”. Unos instantes después, entrábamos tranquilamente en el aula.

Referencias

  1. Montessori, M. (1995). La mente absorbente. Hentry Holt y Compañía. 250.
  2. Doerfler, L. A., Volungis, A. M., & Connor, D. F. (2020). Coocurrencia y diferenciación de los trastornos negativistas desafiantes y del estado de ánimo en niños y adolescentes.  Revista de Estudios sobre la Infancia y la Familia
  3. Nelsen, J., DeLorenzo, C. (2021). Disciplina positiva en el aula montessori. Prensa para padres e hijos.

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Sobre el autor

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Chip DeLorenzo

Chip DeLorenzo, educador Montessori experimentado que ha desempeñado diversas funciones durante más de 25 años, es formador, consultor y coautor de Positive Discipline in the Montessori Classroom (Disciplina positiva en el aula Montessori). Trabaja con profesores, padres y escuelas de todo el mundo para ayudarles a crear entornos Montessori que promuevan el respeto mutuo, la cooperación y la responsabilidad.

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