Liderazgo negativo y presión de grupo

 “La educación intelectual y la educación moral y social son las dos caras del desarrollo. La primera se ocupa del desarrollo intelectual y la segunda de la vida activa del individuo en la sociedad.” ~ María Montessori


Una de las cosas que resonó profundamente en mí durante mi formación Montessori fue la idea de que, en un aula Montessori, los niños mayores ayudan a los más pequeños. Siendo idealista, me imaginaba a los niños mayores notando que un compañero más joven tenía dificultades y corriendo en su ayuda con un deseo natural de ayudar. Me los imaginaba -después de pasar uno o dos años en el entorno- sintiéndose orgullosos de ayudar a sus compañeros más nuevos. Su autoestima se dispararía al darse cuenta de lo capaces que eran y de lo significativas que podían ser sus contribuciones. Si se portaban mal, imaginaba que podía redirigirlos con unas pocas palabras mágicas como: “Tienes que ser un modelo para los niños más pequeños”. Los niños más pequeños seguirían su ejemplo y se sentirían seguros y apoyados. Y nosotros, los profesores, flotaríamos por el aula dando lecciones sin esfuerzo, porque no teníamos un solo profesor, sino muchos.

Sigo creyendo que esta visión es posible… sólo que no de la forma que imaginé.

¿Qué ha pasado con mi sueño?

Si has pasado tiempo en un aula Montessori, sabrás que la aparición natural del liderazgo rara vez sucede por sí sola. Así que, como muchos nuevos guías, me sorprendió comprobar que muchos de los niños mayores no parecían dispuestos a ayudar a los alumnos más pequeños. Desde luego, no actuaban como modelos positivos. Y cuando intenté animarles a predicar con el ejemplo, diciéndoles cosas como: “Necesito que seas un líder”, mi mensaje cayó en saco roto.

A veces, los mayores simplemente no mostraban ningún interés por liderar o ayudar a los alumnos más jóvenes o, lo que es peor, ejercían un liderazgo negativo o una presión de grupo negativa, animando a sus amigos a portarse mal. Mi sueño de que el liderazgo natural surgiera simplemente en virtud de la edad y la experiencia empezó a desmoronarse.

Un dilema para niños y adultos

La cuestión del liderazgo negativo y la presión de los compañeros es una de las dinámicas más importantes que hay que abordar en el aula. Si no se controla -o se aborda de forma ineficaz- puede crear un entorno socioemocional inseguro, que provoque ansiedad, inseguridad, agresividad o pasividad en los niños. Puede tanto el desarrollo social como el cognitivo.

Tanto los niños como los profesores se ven afectados cuando surge un liderazgo negativo en el aula. Para que los niños alcancen una verdadera independencia y normalización, deben estar conectados con su entorno y participar en un trabajo significativo, una conexión que requiere el esfuerzo concentrado del adulto para apoyarlos. Sin embargo, la presión negativa de los compañeros puede interrumpir este proceso, haciendo que nuestro papel pase de guiar el crecimiento a gestionar el comportamiento. En lugar de fomentar el compromiso y la independencia, podemos encontrarnos constantemente haciendo frente a las perturbaciones, lo que puede conducir rápidamente al agotamiento y el agotamiento del adulto.

 

Liderazgo negativo o presión de grupo y los planos de desarrollo

Bebés y niños pequeños

Los niños pequeños no se guían necesariamente unos a otros, pero sí modelan el comportamiento que ven en los demás -niños y adultos-. Aún no han entrado en el periodo sensible de socialización, por lo que la influencia de los compañeros en esta etapa se limita a la imitación, más que a una verdadera influencia o liderazgo. Enseñar a los niños pequeños lo que deben hacer en lugar de lo que no deben hacer mediante la enseñanza directa, la presencia y la reorientación será un proceso fructífero.

Casa de los Niños (de 3 a 6 años)

Los niños más pequeños de la Casa de los Niños siguen modelando principalmente el comportamiento de los adultos y de sus compañeros. Sin embargo, los niños mayores empiezan a fijarse más en las habilidades, diferencias y talentos de sus compañeros, y empiezan a formar amistades. Se vuelven más conscientes de las normas sociales y empiezan a buscar la aceptación de sus compañeros, no sólo de los adultos.

Las investigaciones demuestran que los niños empiezan a tomar decisiones influidos por sus compañeros hacia los 4 años, antes de que su sentido de la moralidad esté totalmente interiorizado. Su comprensión de “lo que está bien y lo que está mal” sigue proviniendo de fuentes externas. En esta etapa, pueden cambiar sus juicios morales si sus compañeros aprueban el mal comportamiento (Kim, 2016).

Es entonces cuando el liderazgo negativo de los compañeros puede empezar a afectar tanto a cada niño como al entorno de la clase. Puede adoptar la forma de animar a los amigos a saltarse las normas, hacer el tonto, utilizar mal los materiales, excluir a otros, burlarse o perturbar la clase. A esta edad, los niños aún están aprendiendo a desenvolverse en el entorno social y a encontrar su sitio entre los compañeros. Necesitan nuestra orientación y apoyo, la enseñanza directa de las habilidades de Gracia y Cortesía, y un seguimiento amable y firme mientras aprenden y experimentan con las normas sociales.

Primaria (6-12 años)

Los niños de primaria se encuentran en un periodo sensible para el orden social, la justicia y la moralidad. Las relaciones entre iguales cobran cada vez más importancia a medida que intentan comprender su papel en la comunidad. Determinar lo que es justo -y lo que está bien o mal- se convierte en un objetivo diario.

A medida que aumenta la importancia de la aceptación de los compañeros, los niños empiezan a formarse preferencias y opiniones que pueden diferir de su entorno familiar. Empiezan a compararse con los demás mientras buscan un lugar en la jerarquía social.

Se cree que la Dra. Montessori se refirió a esta etapa -el segundo plano del desarrollo- como la “edad de la rudeza”. Los niños cuestionan comportamientos previamente aceptados y ponen a prueba los límites. Cometen errores de comportamiento como parte de su desarrollo natural de habilidades sociales más abstractas y de su moralidad interna.

Durante esta etapa, el liderazgo negativo o la presión de los compañeros pueden hacerse más prominentes. Las expresiones pueden incluir la exclusión social, la falta de respeto hacia los profesores (sobre todo en primaria superior), comportamientos perturbadores, burlas, bromas a costa de los demás o animar a los compañeros a adoptar comportamientos negativos. Se ha demostrado que estos patrones aumentan los conflictos, reducen la cooperación y disminuyen el sentimiento de pertenencia (Laninga-Wijnen, 2021).

Curiosamente, incluso cuando la influencia de los compañeros se hace más fuerte, también lo hace la capacidad del niño de edad elemental para razonar y juzgar personalmente, incluso frente a la presión de los compañeros. Necesitarán orientación y apoyo en la resolución de problemas individuales y de grupo, en la resolución de conflictos y en la navegación por la dinámica social, y especialmente una enseñanza y práctica continuadas de las habilidades de Gracia y Cortesía adaptadas a las necesidades de desarrollo de los niños en edad elemental.  

Adolescencia (12-18 años)

En el tercer plano del desarrollo, los adolescentes experimentan una profunda transformación. La Dra. Montessori se refirió a los adolescentes como “recién nacidos sociales” para destacar los intensos cambios físicos, emocionales y cognitivos de este periodo (Montessori, 1938).  Estos cambios provocan una redefinición de la identidad a medida que los adolescentes buscan su lugar en el mundo.

Los rasgos del desarrollo en esta etapa incluyen: una mayor conciencia social y de uno mismo, una fuerte necesidad de pertenencia, sobre todo con los iguales, una mayor necesidad de independencia y un impulso para formar una identidad única aparte de la familia.

Biológicamente, el cerebro adolescente está programado para responder intensamente a la retroalimentación social, especialmente de los compañeros (Kim, 2016). Los adolescentes suelen dar prioridad a la aceptación de sus compañeros sobre su propio juicio, incluso cuando entra en conflicto con sus valores. Esta sensibilidad neurológica aumenta el riesgo de conformismo y de asumir riesgos, impulsados por el miedo al rechazo o el deseo de aceptación.

Debido a su profunda necesidad de pertenencia e identidad, los adolescentes son especialmente vulnerables a la presión de grupo, tanto como influenciadores como influenciados.  Será especialmente importante crear una atmósfera en la que la influencia de los compañeros se aproveche de forma constructiva mediante el liderazgo compartido y la tutoría.


Apoyar el liderazgo positivo y la influencia de los compañeros

El ambiente social de la clase desempeña un papel clave en la formación de un liderazgo positivo y en la influencia de los compañeros. Como adultos, desempeñamos un papel crucial en la creación de ese ambiente, especialmente mediante el modelado.   Para fomentar una atmósfera de respeto mutuo y liderazgo positivo, es esencial que seamos un modelo de liderazgo constructivo, que implica amabilidad y firmeza al mismo tiempo: libertad dentro de unos límites. 

Si los adultos son demasiado permisivos -libertad sin límites claros y coherentes- transmiten el mensaje de que nadie está al mando. Esto genera inseguridad. Si los profesores no lideran, alguien lo hará. Y ese alguien puede tener tendencias de liderazgo pero carecer de la experiencia vital o la formación necesarias para dirigir bien (a los niños).   Además, la permisividad modela un mal establecimiento de límites; que está bien permitir que alguien sea irrespetuoso. 

Por el contrario, si somos demasiado autoritarios -fuertes límites sin libertad-, puede generarse un ambiente de resentimiento. En respuesta, pueden surgir “líderes” en rebelión, que rápidamente reúnen seguidores.   Esto no sólo ocurre en las aulas de adolescentes.  También puede ocurrir con los niños más pequeños.  Modelar límites claros y apropiados significa ser firme sin ser mezquino.

Así pues, el objetivo de modelar el liderazgo, una vez más, es ser amable y firme a la vez, un concepto sencillo en teoría pero a menudo difícil en la práctica, y de lo que trata la Disciplina Positiva en el Aula Montessori

Otro factor importante que hay que tener en cuenta es que la presión de grupo no es necesariamente negativa. Para nuestros fines, utilizaremos el término influencia de los compañeros para indicar la presión positiva de los compañeros. Todos queremos pertenecer, y nuestro comportamiento se ve influido por cómo nos perciben los demás. La influencia social puede fomentar el comportamiento prosocial: amabilidad, cooperación y respeto mutuo. La influencia de los compañeros puede mejorar realmente la cultura de la clase.  

Esta Reunión de Clase es la clave para transformar la presión negativa de los compañeros en influencia positiva de los compañeros. Los niños aprenden empatía, resolución de problemas, comunicación y habilidades de liderazgo en un entorno seguro y estructurado en cada Reunión de Clase.

Por último, desde una perspectiva Montessori, el fundamento del liderazgo es ayudar a los demás. Alfred Adler, en quien se basa el trabajo de Disciplina Positiva en el Aula Montessori , y compañero constructivista de la Dra. Montessori, utilizó un término alemán para describir este principio: Gemeinschaftsgefühl. Se ha traducido como un fuerte sentido de comunidad e interés social, y un deseo de contribuir al bienestar del grupo (Adler, 1927).

Los niños están realmente programados para ayudar y contribuir, para tener un impacto o influencia positivos en sus comunidades. Las investigaciones demuestran que niños de tan sólo 14 meses ayudan instintivamente a los demás sin recompensas externas (Warneken y Tomasello, 2006). Todos buscamos tanto pertenencia (amor y aceptación) como significado (influencia a través de la contribución). Ése es nuestro punto de partida para construir un liderazgo positivo en el aula.   Sin embargo, ese impulso a contribuir necesita un entorno social en el aula cuidadosamente preparado para florecer desde la inclinación al desarrollo hasta la realidad.

Veamos ahora algunas formas concretas de hacerlo:


Preparar el entorno y a los adultos

  • Implicar a los alumnos – Más que ninguna otra estrategia, la Reunión de Clase es clave para desarrollar una atmósfera de liderazgo positivo e influencia de los compañeros. Incluso en la Casa de los Niños, donde los más pequeños están empezando a desarrollar habilidades para resolver problemas, implicarles en la ayuda mutua y a la comunidad -en un entorno de apoyo y estructurado- alimenta tanto el liderazgo como la responsabilidad social.  
  • Modela el Liderazgo Positivo – Practica el establecimiento y mantenimiento de límites con amabilidad y firmeza simultáneamente. Utiliza la Escucha Reflexiva, las Preguntas de Curiosidad y habla con “Yo” Lengua. Sé un modelo de cómo tratar los errores con gracia y honestidad y enmendarlos cuando sea necesario.
  • Modela límites saludables – Di “no” amablemente y sin dar demasiadas explicaciones. Comparte abiertamente tus limitaciones personales. Por ejemplo, di: “No me siento cómodo con eso”, y deja que se sostenga por sí mismo.
  • Proporciona oportunidades significativas para contribuir y liderar – Los niños están intrínsecamente motivados para contribuir, y algunos tienen tendencias naturales hacia el liderazgo. Observa regularmente tu aula y el entorno escolar para identificar auténticas oportunidades de que los niños hagan contribuciones significativas. Por significativas, nos referimos a acciones que marquen una diferencia real para los demás. Evita asignar “trabajos simbólicos” que carezcan de impacto real (por ejemplo, jefe de fila, finalizador de fila), ya que los niños reconocen rápidamente estos papeles como superficiales y pueden desilusionarse ante otras oportunidades de contribuir.
  • Observa la dinámica del acoso – El acoso implica un desequilibrio de poder, en el que un niño intenta dominar o controlar a otro. Es intencionado, dañino y suele repetirse. El acoso es distinto de la presión negativa de los compañeros o del liderazgo mal dirigido. Incluye comportamientos como burlas hirientes, mofas, humillaciones, agresiones físicas o amenazas. (Para más detalles, véase el próximo artículo sobre el acoso escolar).


Habilidades de Gracia y Cortesía

  • Liderazgo – Con niños y adolescentes en edad primaria, discute las diferencias entre liderazgo negativo y presión de grupo y liderazgo positivo e influencia de grupo. Elabora un cuadro con las características de cada uno. Las habilidades de liderazgo también se desarrollan orgánicamente a través de las Reuniones de Clase, en las que los niños se ayudan unos a otros a resolver problemas de forma colaborativa. A los niños más pequeños demuéstrales cómo ofrecer ayuda respetuosamente y cómo saber cuándo alguien puede necesitar ayuda.
  • Amistad – Enseña lo que significa ser amigo. ¿Qué aspecto tiene cuando alguien está siendo un buen amigo? ¿Qué podemos hacer cuando alguien nos pide que hagamos algo que no nos gusta o con lo que nos sentimos incómodos?
  • Ánimo – La palabra ánimo procede del francés encourager, que significa “dar ánimo”. Las personas actúan mejor cuando se sienten mejor, y se sienten mejor cuando actúan mejor. ¿Qué palabras podemos utilizar para animar a un amigo? ¿Qué acciones podemos llevar a cabo para animar a alguien? Practica el ánimo con regularidad durante las Reuniones de Clase.
  • Decir “no” – ¿Cómo podemos decir “no” con amabilidad y firmeza a la vez? ¿De qué formas podemos poner límites sin utilizar la palabra “no”? Se trata de una habilidad valiosa para niños de todas las edades.
  • Alejarse – Tan importante como enseñar a los niños a dirigir y apoyar a los demás es ayudarles a aprender a negarse a ser dirigidos, sobre todo cuando se trata de algo con lo que se sienten incómodos. Esto requiere práctica. Alejarse es una herramienta poderosa: elimina el ingrediente esencial de la presión negativa de grupo: el participante.
  • Tomar tu propia decisión – Tomar una decisión impopular es difícil, incluso para los adultos. Se trata de una habilidad para toda la vida. Invita a los niños a compartir un momento en el que tomaron una decisión porque otra persona les presionó. ¿Qué ocurrió? ¿Cómo se sintieron? ¿Qué podrían hacer de forma diferente la próxima vez? Lean juntos libros que destaquen el valor del pensamiento independiente.
  • Respetar las elecciones y las diferencias de los demás – Cuando alguien hace una elección diferente a la tuya, puede sentirse como algo personal. ¿Su diferencia significa que estás equivocado? ¿Ser diferente significa que no te aceptarán? A algunas personas les gustan cosas distintas, y otras creen o ven las cosas de forma diferente. Haz una lista de ejemplos con los niños. Discutidlo: ¿Qué puedes hacer cuando un amigo hace una elección diferente, o tiene una creencia o perspectiva diferente? ¿Cómo podemos mostrar respeto sin dejar de honrar nuestros propios valores?
  • Confiar en la Voz Pequeña – Esta puede ser la habilidad más importante a la hora de navegar por la influencia, ya sea dándola o recibiéndola. ¿Qué sientes cuando sabes que algo no está bien? ¿Y si otros te dicen que estás equivocado? ¿Qué puedes hacer? Practicad juntos cómo escuchar y honrar esa voz interior.


Respuestas generales

  • Conexión antes que corrección – Un elemento fundamental para ayudar a los niños a superar el liderazgo negativo y la presión de grupo es asegurarse de que tienen una relación de confianza con los adultos. Tanto los que dirigen como los que son dirigidos necesitan sentir que los adultos se preocupan por ellos y están de su parte.
  • Reuniones de clase– ¿Hemos mencionado las reuniones de clase? De nuevo, ésta es, sin lugar a dudas, la herramienta más poderosa para canalizar el deseo natural de los niños de encontrar significado a través de la contribución y el liderazgo. El objetivo es transformar la presión negativa de los compañeros en influencia positiva.
  • Redirigir el poder y la influencia personales – El viejo chiste de los profesores: “No son mandones, son líderes naturales”, tiene algo de verdad. Evita las luchas de poder redirigiendo el liderazgo negativo hacia la influencia positiva y la ayuda. No se trata de una solución rápida, sino de un proceso en el que los niños aprenden gradualmente a utilizar su poder de forma constructiva, con orientación y apoyo, para experimentar la pertenencia y la importancia.
  • Retira a la audiencia – Si un niño está dirigiendo negativamente a sus compañeros, evita enfrentarte directamente al líder delante de los demás. En lugar de eso, redirige la situación retirando a la audiencia y luego haz que el líder participe en una tarea significativa. Esto mantiene la dignidad al tiempo que desvía la energía hacia la contribución.
  • Presencia, calidez y silencio – Muchos problemas de comportamiento pueden reconducirse suavemente simplemente estando presente. Los niños suelen autocorregirse cuando un adulto cálido, tranquilo y silencioso está cerca. Si un niño o un grupo de niños está induciendo a otros a comportarse mal, simplemente hazte presente y actúa con pocas o ninguna palabra. Esto sirve de modelo de amabilidad y firmeza, ¡al mismo tiempo!
  • Preguntas de curiosidad conversacional – Ayuda a los niños a reflexionar sobre el impacto de sus acciones mediante preguntas socráticas abiertas(Ver págs. 194-199, Disciplina positiva en el aula Montessori). Inténtalo:
    • ¿Qué ha ocurrido?
    • ¿Qué llevó a que eso ocurriera?
    • ¿Cómo te sientes por lo ocurrido?
    • ¿Cómo podría sentirse tu amigo?
    • ¿Cuál es tu plan para la próxima vez?
    • ¿Qué crees que puedes hacer para repararlo?
  • Resolución individual de conflictos – Enseña a los niños a establecer y mantener límites y a resolver problemas con dignidad y respeto mutuo. Un proceso formal de resolución de conflictos capacita a los niños para afrontar los retos de forma constructiva. (Ver pp. 225-226, PDMC)

 Respuestas erróneas a los objetivos

“Un niño que se porta mal es un niño desanimado”. (Dreikurs, 1964).

Cuando los niños se sienten apoyados y animados en el entorno del aula, y saben que pertenecen (son queridos) y se sienten significativos (a través de la responsabilidad y la contribución), prosperan.  Con orientación, desarrollan la amabilidad y el respeto hacia los demás y hacia sí mismos, y descubren lo capaces que son. 

Cuando los niños se sienten desanimados, se portan mal, porque tienen una creencia errónea sobre cómo pertenecer y sentirse significativos.  Cuando Rudolph Dreikurs observaba a los niños, identificó cuatro objetivos erróneos que los niños adoptan cuando se sienten desanimados. 

A continuación, encontrarás ideas prácticas para ayudar a apoyar un cambio positivo en el comportamiento del liderazgo negativo y la presión de grupo para cada objetivo erróneo:

Deshacer la atención (fijarse en mí, implicarme útilmente) – Los niños con el objetivo erróneo de Deshacer la atención llevarán a los demás -o se dejarán llevar- al mal comportamiento al buscar atención y un servicio especial (hacer por mí lo que puedo hacer por mí mismo).  Anima incluso los pequeños pasos de progreso en el liderazgo positivo y en la toma de decisiones independientes.  Utiliza una afirmación del tipo “Me doy cuenta de que…”, como “Me doy cuenta de que corres”. Implícales en la resolución del problema utilizando los “Cuatro pasos para el seguimiento” (páginas 133-142 del PDMC). Toca sin palabras.  Utiliza el Lenguaje I. Implícales en tareas útiles siempre que sea posible.  Redirige en privado.

Poder Equivocado (Déjame Ayudar, Dame Opciones) – Los niños con el objetivo erróneo del Poder Equ ivocado llevarán a los demás a comportarse mal en su intento de demostrar que son los jefes, o que tienen el control. Los niños con Poder Equ ivocado que ejercen un liderazgo negativo suelen ser más fáciles de reconducir si se les ofrecen oportunidades constructivas de liderar o ayudar (¡realmente quieren ayudar!). Elimina al público. Sal de las luchas de poder con elegancia: “Parece que estamos en una lucha de poder. Hablemos cuando ambos estemos tranquilos”.  Invítales a dar su opinión. Ponles “a cargo” de las tareas frente a las personas. Actúa, no hables, cuando llegue el momento del seguimiento.  

Venganza (Me duele, valida mis sentimientos) – Un niño cuyo objetivo erróneo es la Venganza suele ser muy sensible y se hiere con facilidad. Pueden guiar a otros -o dejarse guiar- negativamente para que les devuelvan el daño, de la forma en que ellos se sienten heridos. Su percepción es su realidad. Reconoce los sentimientos heridos: “Parece que te sientes ______. ¿Qué ha pasado?”. Compruébalo siempre primero y evita hacer suposiciones. Pon a todos los niños implicados en el mismo barco. Tómate tiempo para conectar. Si estás enfadado, tómate tiempo para calmarte antes de abordar el mal comportamiento. Utiliza Preguntas de Curiosidad Conversacional (páginas 194-199 del PDMC).

Supuesta Inadecuación (No te rindas conmigo. Muéstrame un pequeño paso) – Los niños con el objetivo erróneo de la Supuesta Inadecuación participarán en un liderazgo negativo, como líder o como seguidor (pero más a menudo como seguidor) en un intento de rendirse.  Comprende que rendirse puede ser un comportamiento activo, no sólo pasivo.  Evita la crítica y la corrección pública.  Anima a dar pasos positivos hacia la toma de decisiones independientes.  Dar oportunidades de liderazgo en áreas de fuerza e interés.  No renuncies a ellos reduciendo las expectativas, pero apóyalos para que las cumplan a pequeños pasos.  Modela y enfatiza los errores como una oportunidad para aprender y mejorar. 

La historia de Max

Riley era un niño de 9 años de la clase de primaria superior de Ben. Era nuevo en Montessori y en la escuela. Simpático y carismático, Riley se hizo popular rápidamente. Los niños le buscaban para trabajar y jugar, y su influencia en el aula creció rápidamente.

Como procedía de un entorno de aula tradicional, Riley había desarrollado un conjunto de habilidades sociales que no encajaba con el entorno socioemocional que Ben se había esforzado en cultivar. Riley tenía un agudo sentido de la conciencia social y aprendió muchas de las normas sociales del aula en pocas semanas. Delante de los adultos, parecía un miembro modelo de la comunidad. Sin embargo, cuando no había adultos presentes, se burlaba de los niños más sensibles o con menos influencia social. Enfrentaba a los niños entre sí e introdujo en la clase un espíritu competitivo que antes no existía.

Al poco tiempo, Riley tenía un pequeño grupo de seguidores y empezó a animar a sus nuevos amigos a seguirle. Ben empezó a preocuparse. El liderazgo negativo de Riley estaba empezando a tener un impacto significativo. La clase se estaba jerarquizando y los niños se hacían daño.

Los padres de Riley habían sido bastante abiertos con Ben sobre su experiencia escolar anterior. Riley había sido muy popular, pero también se había “metido en líos” con frecuencia. Académicamente, tenía problemas. Ben sabía que llevaría tiempo -no un arreglo de la noche a la mañana- ayudar a Riley y a los demás alumnos a transformar esta dinámica.

Ben pronto descubrió que Riley era un atleta de talento al que le encantaba trabajar con las manos, sobre todo al aire libre. Vio la oportunidad de aprovechar los puntos fuertes de Riley y hacer que contribuyera positivamente a la clase. Cuando introducía nuevos juegos en el patio, Ben solicitaba la ayuda de Riley para enseñar habilidades y estrategias a los niños menos experimentados. Ben también implicó a Riley en la dirección de pequeños proyectos de construcción. Riley dirigió a un grupo de otros tres niños en la construcción de un banco de trabajo para la subasta de la escuela, que se vendió por casi 1.000 dólares.

En honor a Ben, también reconoció que Riley necesitaba el apoyo de los demás. Riley necesitaba ayuda académica, así que Ben lo emparejó con estudiantes que podían ayudarle. Uno de ellos, Robert, ayudó a Riley con las matemáticas. En realidad, Robert también necesitaba mucho apoyo, pero iba unos pasos por delante de Riley. Robert también había sido uno de los alumnos que había recibido las burlas de Riley. Con el tiempo, surgió una amistad.

A mitad de curso, Riley incluyó por primera vez un problema en el orden del día de la reunión de clase. Cuando llegó el momento de abordar la preocupación de Riley, éste compartió con la clase: “Estoy enfadado porque la gente se ha estado burlando de Robert por las matemáticas y le ha llamado estúpido. Robert me ayuda mucho. Y una de las cosas diferentes de este colegio es que no tienes que preocuparte de que la gente se burle de ti por tus debilidades.”

Ben no pudo evitar sonreír ante la ironía. Era la primera vez que Riley planteaba un tema en la reunión, pero no sería la última. Los niños hablaron del daño causado por las burlas y hablaron de cómo apoyar a Robert y a los demás, ya que Robert no era el único del que se burlaban por sus dificultades.

Fue en esa Reunión de Clase cuando Ben presenció la transformación de Riley en una niña Montessori y en un miembro de la comunidad del aula. Con paciencia, modelando, enseñando las habilidades sociales y de liderazgo necesarias y compartiendo el liderazgo, Ben ayudó tanto a Riley como a la comunidad del aula a recuperar la atmósfera de cooperación y respeto mutuo que antes había estado en peligro.

Riley permaneció en la escuela hasta que se graduó después del 8º curso y todavía se le recuerda no por su carisma y popularidad, sino por su amabilidad y ayuda a los demás.

Referencias

Montessori, M. (2012). Las conferencias de Londres de 1946 (A. M. Joosten, Ed.). Editorial Montessori-Pierson.

Montessori, M. (1938). El adolescente: un recién nacido social. Conferencia presentada en el XXIII Curso Internacional, Amsterdam, Países Bajos.

Kim EB, Chen C, Smetana JG, Greenberger E. (2016). ¿Vacila la brújula moral de los niños bajo presión social? Utilizando el paradigma de la conformidad para poner a prueba los juicios morales y socioconvencionales de los preescolares.  J Exp Child Psychol. 150:241-251

Chein J, Albert D, O’Brien L, Uckert K, Steinberg L. (2011). Los compañeros aumentan la asunción de riesgos de los adolescentes al potenciar la actividad del circuito de recompensa del cerebro. Dev Sci. 2011 Mar;14

Adler, A. (1927). Comprender la naturaleza humana (W. B. Wolfe, trad.). Editorial Greenberg.

Warneken, F., y Tomasello, M. (2007). Ayuda y cooperación a los 14 meses de edad. Infancia, 11(3), 271-294.

Dreikurs, R., Stoltz, V. (1964). Los niños, el reto. Hawthorne Books, p. 36.

Nelsen, J., y DeLorenzo, C. (2021). Disciplina positiva en el aula Montessori: Preparando un entorno que fomente el respeto, la amabilidad y la responsabilidad. Parent Child Press.

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Sobre el autor

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Chip DeLorenzo

Chip DeLorenzo, educador Montessori experimentado que ha desempeñado diversas funciones durante más de 25 años, es formador, consultor y coautor de Positive Discipline in the Montessori Classroom (Disciplina positiva en el aula Montessori). Trabaja con profesores, padres y escuelas de todo el mundo para ayudarles a crear entornos Montessori que promuevan el respeto mutuo, la cooperación y la responsabilidad.

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